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domingo, 20 de mayo de 2018

Argentina 2 - 1 Inglaterra, Final Mundial 1986


El 22 de junio de 1986 en el Estadio Azteca de la Ciudad de México por los cuartos de final de la Copa del Mundo se jugo el partido entre las selecciones de Argentina e Inglaterra.


Durante el encuentro Diego Maradona convirtió dos de los goles más famosos en la historia de los mundiales. El primero, a los 52 minutos de comenzado el partido, lo realizó utilizando su mano izquierda, mientras que el segundo, lo convirtió cinco minutos más tarde luego de partir desde la mitad del campo argentino y gambetear a cinco jugadores ingleses: Peter Beardsley, Peter Reid, Terry Butcher, en dos oportunidades, Terry Fenwick y al arquero Peter Shilton. Gary Lineker convirtió de cabeza el gol de descuento de la selección inglesa en el minuto 81, finalizando el partido con el triunfo de la selección argentina por 2 a 1.



Tras el partido, Argentina ganaría la semifinal contra la selección de Bélgica por 2 a 0, con dos goles de Maradona, y llegaría a la final de la Copa, consagrándose campeón tras vencer a Alemania Federal por 3 a 2. Tras la finalización del torneo Maradona fue premiado con el Balón de Oro como el mejor jugador del Mundial,1​ mientras que a Lineker se le otorgó la Bota de Oro por ser el goleador.

                                   
Este partido se jugó cuatro años después de la Guerra de las Malvinas, librada entre Argentina y el Reino Unido, y es parte de una rivalidad futbolística entre las dos selecciones que comenzó veinte años antes en la Copa del Mundo jugada en Inglaterra.
Las calles y avenidas de Buenos Aires, la gran capital austral, quedaron en la tarde del domingo desoladas como si una bomba de neutrones hubiera hecho explosión sobre la metrópoli. Ni un peatón, ni un automóvil, ni un colectivo. Paralización total ante el mayor espectáculo del mundo: un Argentina-Inglaterra.



Goles, Argentina 2 - 1 Inglaterra, Mundial 1986

La ciudad -también el país- ya estaba paralizada desde el viernes fiesta nacional por ser el Día de la Bandera. Todos los argentinos habían marchado a sus lujosas o modestas casas de campo.La Prensa mexicana había publicado informaciones anunciando la segunda edición de la guerra de las Malvinas y en Buenos Aires un, grupo de diputados peronistas había propuesto la suspensión unilateral del partido. "Sólo es un partido de fútbol", dijo el Gobierno radical y la selección argentina capitaneada por Maradona. Portavoces gubernamentales instaron repetidamente a los jugadores argentinos a que guardaran la calma e hicieran alarde de discreción.

El segundo gol, a todas luces admirable, sumió a la ciudad paralizada en el frenesí. La victoria arrojó a las masas a la calle. Miles de argentinos se volcaron sobre el microcentro porteño, sobre los alrededores del obelisco que significa a la capital federal, bajo las lluvias, cantando estrofas sincopadas bastante irreproducibles sobre el Reino Unido y Margaret Thatcher y hasta quemando alguna que otra bandera inglesa. Nada importante y todo de esperar en esta sociedad profundamente humillada por la derrota en las Malvinas. Tan es así que la infinitud de emisoras de radio y los cinco canales del Gran. Buenos Aires omitieron la interpretación del himno británico.



Todo daba lo mismo: el país se extrajo, al fin, una espina dolorosa. de la gran parcela de su corazón y reserva para el fútbol.

En la madrugada, con los ojos inyectados de televisión, miles de automovilistas porteños circulaban sonrientes haciendo sonar obsesivamente sus cláxones. La ciudad era nuevamente una fiesta sonora.




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